
Aunque vendiendo esta habitación a 60 euros se gana dinero, para el empresario quizás sea preferible dejarla vacía.
Lamento tener que romper el hechizo pero los reyes magos no existen y los precios llamados lastminute son una ilusión cuando se trata de alojamientos. Las llamadas ofertas de última hora son virtualmente inexistentes y se pierde el tiempo buscando chollos de los llamados "lastminute". Nuevamente comprobamos que la publicidad nos atrae con unas palabras y lo que nos encontramos es otra cosa. Ya les vale a las agencias anunciar precios que ocultan las tasas de aeropuerto y los suplementos de carburante en viajes combinados, como para que haya centrales de reservas que se promocionen a bombo y platillo con ofertas que no son tales.
Otra cosa es que faltando una semana los hoteles suelen liberarse de los cupos disponibles a tarifas ligeramente inferiores, sobre todo si la ocupación va floja. Algunos pueden vender muy bien directamente en recepción al precio oficial y otros rebajan unos cuantos euros. Eso sí, si AC tiene un hotel como el Santo Mauro o Meliá como el ME de Madrid, les tira de las narices que haya habitaciones libres todos los días porque no están dispuestos a tirar los precios ni entrar en guerras a la baja para captar clientes al precio que sea. Si la habitación tiene que venderse a 200 o más euros y no se vende, tampoco se ofrecerá a 70 aunque con ello ganen algo de dinero.
Incluso en centrales especializadas como http://lm.hotelclub.net/ encontramos los mismos precios que en http://www.hotelclub.es/, aún cuando se anuncia que las ofertas son de última hora.
Puede haber algún chollete suelto por ahí pero no hay un mercado de habitaciones de última hora, aunque creo que debería existir. El problema es que todos lo dejaríamos para el último momento y eso hace que el mercado se resienta, lo cual no están dispuestos a aceptar los hosteleros.
Así, pues, no se mate buscando lo que no existe.














Son muchos los lectores que me preguntan por hoteles en tal o cual sitio y uno no siempre sabe si acertará con la recomendación, porque es muy arriesgado el intento de saber si algo que a mi me ha gustado puede satisfacer a los demás.
El hotel en sí es un establecimiento moderno y ubicado en la séptima planta de un edificio renovado. Las habitaciones son muy grandes y el precio desafía toda competencia. El desayuno es correcto aunque los amantes de lo dulce no encontrarán nada interesante. Lo mejor de todo es el restaurante, donde podemos comer hasta solomillos de ternera presentados como en los mejores restaurantes de París por menos de diez euros. Digamos que se come de cine y esto lo escribe un asturiano bastante exigente. Los platos de pasta y las ensaladas son muy baratos y los postres, aunque escasos en variedad, son toda una bomba calórica. Una vez vistos los precios del centro histórico volveremos a comer y cenar en el hotel por motivos obvios. Normalmente ahorro mucho en comida en ciertos viajes pero aquí he aprovechado porque no es habitual comer tan bien en un restaurante de hotel. Eso sí, el personal no es precisamente la alegría de la huerta y siempre te preguntan primero qué vas a beber antes de tomar nota de la comida, más que nada por la costumbre local de empezar bebiendo y una vez acabada la consumición pedir los platos, cosa que a mi me incordia sobremanera. Que te intenten engañar con la cuenta en Praga es muy corriente y en cambio en el hotel Akcent no.










