DESAYUNOS DECEPCIONANTES


Los desayunos buffet son globalización pura y dura muy mal entendida. Desgraciadamente se desayuna prácticamente lo mismo a orillas del lago Balatón que mirando al Atlántico en Ericeira. Las particularidades nacionales, regionales o locales desaparecen cuando entramos al comedor de cualquier hotel. Es muy raro que el establecimiento decida diferenciarse con una oferta atractiva y sugerente que se inspire en las costumbres gastronómicas de la zona. No será por falta de posibilidades. Para mi la calidad viene determinada por el zumo de naranja y la abundancia de croissants decentes. Pocos son los hoteles que se atreven con los zumos naturales y en demasiados escasean los croissants, que no siempre se reponen con celeridad.

En algunos hoteles españoles he encontrado tortillas de patata y churros, pero la gran mayoría prefiere ofrecer un producto clónico que nos aisla del entorno y nos transporta a un universo inidentificable. Los buffets copian de un modelo anglosajón sin plantearse una regionalización que considero necesaria. Ya va siendo hora de que se incorporen los pintxos vascos, los sobaos pasiegos, los frixuelos asturianos o las mantecadas de Astorga, por citar algunos de los alimentos emblemáticos que más gustan al público. Un caso chocante es el de Portugal, cuyos habitantes desayunan cosas riquísimas en cualquier cafetería, desde hojaldres de carne a empanadillas de gambas o pasteles de nata, algo que no se halla ni en los mejores hoteles. No es normal que una confitería gane por goleada a hoteles de cuatro y cinco estrellas ni que los hoteles ignoren que a pocos metros de su recepción el desayuno se convierta en todo un pantagruélico brunch por menos de diez euros, incluyendo café expreso de alta calidad, zumos recién exprimidos, bocadillos de carne y tartas de diseño.

En Inglaterra el desayuno sí es más bien autóctono, aunque el llamado full English breakfast vaya en regresión. Francia siempre mantiene buena nota en el tema del pan y la bollería, mientras que Alemania hace especial hincapié en lo salado por encima de lo dulce.
Uno de los desayunos que marcan la diferencia es el del hotel Barceló Nervión de Bilbao donde el comedor es todo un espectáculo y la gente se tira una hora relajadamente para su primera colación del día.

En los establecimientos humildes no está la cosa como para exigir lujos pero de cuatro estrellas hacia arriba el nivel debería ir mejorando porque el público empieza a cansarse de mediocridad en la calidad y también en la variedad.

Mientras tanto, fuera del hotel el dinero cunde más y la variedad es superior. Una reciente experiencia en Vitoria me mostró que se puede quedar muy bien por dos euros y medio. Un croissant recién hecho, un café con crema y un zumito de naranja natural son un regalo a ese precio. Tomar varios pinchos de lujo con vino o cerveza y café en la zona de Lakua no llega a los diez euros y eso supera de largo a cualquier desayuno de hotel, con sus cafés largos y aguados, con zumos imprevisibles y grandes cantidades de productos baratos y poco apetecibles que más bien decoran.

Agradeceré a los lectores que me comenten si han encontrado últimamente algún buen desayuno de hotel. Siempre busco los hoteles que lo incluyan en el precio porque pagarlo aparte me parece un atrevimiento, teniendo en cuenta lo que se recibe a cambio.

1 comentario:

Toni dijo...

En los últimos 2 o 3 años me gustó mucho el desayuno del hotel Sercotel Guadiana. Por 5,50€ gran variedad y calidad con bastantes productos autóctonos. Por cierto, excelente relación calidad/precio la de este hotel.

Tampoco estuvo mal el del hotel Extremadura de Cáceres pero en este caso venía incluído en el precio de la habitación.

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