¿ADIÓS A LA COLCHA?

Los hoteleros agarrados y atrapados por la crisis han encontrado una solución para ahorrar en lavandería y ganar tiempo en la preparación de las habitaciones. No son pocos los hoteles que ya no ofrecen colchas en sus dormitorios. Una sábana y arreando. Ni siquiera una funda nórdica. Si tienes frío añades una manta, suponiendo que la haya.

Teniendo en cuenta que muchas colchas de hoteles se lavan poco o nada, casi es una garantía sanitaria, pero no resulta solución adecuada para la comodidad del alojado. Una vez que nos dormimos el cuerpo necesita algo más de calor que cuando estamos despiertos. Todo esto es mala noticia para los aficionados a la buena calidad. Si te estorba la colcha, siempre la puedes apartar, pero si no la tienes y la echas en falta, no hay ninguna ley que obligue al hotelero a proporcionarla. Mira que pueden ser baratas, lavables en lavadora y elegantes a la par, pero su supresión durante largas temporadas produce un considerable ahorro en la cuenta de gastos del hotel a la par que cierto cabreo en quienes pensamos que un hotel de cuatro estrellas debería tener un poco más de nivel y ser menos roñoso.


Espero no estar dando ideas a los hoteleros y animo a los clientes a que critiquen el hecho cuando se les pida su opinión desde el portal de reservas que hayan usado para contratar su estancia.
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AVANCES EN LA SEGURIDAD DE LOS HOTELES. EL CASO DE MARINA D'OR.

Lo de las tarjetas para acceder a las habitaciones ya está muy visto; incluso las hay sin contacto, pero el caso que voy a comentar supone un interesante avance en seguridad para los clientes de un hotel.

Ya había visto algo similar en un hotel de Cracovia en el cual había que introducir la tarjeta para utilizar el ascensor; la idea no era mala del todo pero lo que he visto recientemente en el hotel de cinco estrellas de Marina D'Or en Oropesa (Castellón) supera todas las expectativas.

El acceso a la zona de ascensores se realiza mediante el uso de la misma tarjeta que abre la puerta de la habitación, sin necesidad de introducirla y con solo acercarla a un sensor. Una vez en la planta deseada y fuera del ascensor, el acceso al pasillo se hace del mismo modo. De este modo se garantiza una seguridad fuera de lo normal y que algún día será la norma en los hoteles del tercer milenio.

En hoteles vacacionales altamente frecuentados y con un gran número de clientes que entra y salen, suben y bajan, no es sencillo que el personal pueda controlar a todas las personas que pululan por la recepción y los pasillos. Con el sistema implantado en este hotel tenemos muy claro desde el principio que nadie ajeno al hotel va a introducirse en las habitaciones. El sistema proporciona tranquilidad al huésped y va en consonancia con el clima de seguridad que se respira en todo el complejo. Para el recorrido inverso basta pulsar un botón y las puertas se abren, sin necesidad de tarjeta.

Para entrar al comedor también se usa un control que impide el acceso de personas no autorizadas, en este caso sin la tarjeta magnética y usando el soporte de cartón en el que te entregan la llave de la habitación. El personal te escanea la tarjeta para verificar que estás alojado en el hotel.

Por supuesto que la misma tarjeta te permite acceder directamente al balneario del hotel, gratuito para clientes alojados. La tarjeta te abre muchas puertas y se las cierra a los que no deben pasar por ellas.

Ahora estos avances parecen la gran novedad y sin embargo algún día serán la norma. 
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EL EXTRAORDINARIO EFECTO DEL DESAYUNO GRATIS.

Dicen los sabios que no existen las comidas auténticamente gratis, ya que siempre hay que dar algo a cambio. Puede ser. Lo cierto es que en el mundo del alojamiento hay pocas cosas tan irresistibles como un desayuno gratuito o por lo menos incluido en el precio. En según qué países lo hay que pagar aparte en un 99% de ocasiones, tal es el caso de los USA o Francia. Únicamente el Reino Unido e Italia destacan por ofrecer gratuitamente la primera comida del día.

Lo de tener que pagar por desayunar no debería ser un problema grave pero en demasiados casos los hoteleros se aprovechan más de la cuenta y proponen tarifas disuasorias, más elevadas de la cuenta, con el buffet como única opción y la cafetería cerrada en el horario coincidente, de modo que si únicamente quieres un café, un zumo y un croissant, tienes que pagar diez o más euros sí o sí. Eso ya es pasarse varios pueblos y la mayoría de los mortales acaba sin desayunar o en un cafetería cercana. que se forra gracias a que en el hotel únicamente desayunan aquellos a los que la estancia se la paga la empresa. No se puede cobrar por un desayuno más que por una comida.

Recientemente pernocté en el hotel Globales de los Reyes, al norte de Madrid. Podía escoger otros hoteles de la zona pero allí me encontré con tres ventajas imbatibles. Primeramente me descontaban un 15% por hacer la reserva en el sitio web del hotel, lo que me hacía innecesario acudir a centrales de reservas. Además me regalaban la noche de garaje, que tenía un coste normal de seis euros. Finalmente. el desayuno estaba incluido en la tarifa, así que no tendría que salir a la calle para empezar bien el día. Todo ello salía por 40 euros la noche la habitación doble y es muy complicado de superar; ellos ganaron dinero y yo también. Había una oferta interesante en un AC próximo y ya iba a reservar pero pillé un cabreo indecente porque el precio ofertado se incrementaba con el IVA en el último paso de la reserva.

En España no es que se desayune muy bien que digamos. Normalmente ofrecemos productos clónicos de todos los hoteles internacionales, con los fiambres y el queso en lonchas, que muy poca gente come en casa, bollería no demasiado lograda y cafés generalmente infumables que pueden arruinar la mañana e incluso favorecer las dietas de adelgazamiento por su poder laxante. De los zumos mejor ya ni hablamos. Sí hay hoteles que brillan por su desayuno pero son los menos y hay que pagar en consonancia. Desgraciadamente los productos regionales brillan por su ausencia y se desayuna casi lo mismo en Amsterdam que en Almería.

El caso es que los clientes somos capaces de aceptar una reducción de confort a cambio de un desayuno gratis. Incluso estamos dispuestos a pagar lo mismo por un hotel de tres estrellas que por uno de cuatro si nos regalan el desayuno. Últimamente se han moderado un poco las tarifas por la consabida crisis, pero no es nada raro encontrar desayunos a quince euros cuando por ese precio puedes tomar café Jamaica Blue Mountain, zumo natural recién exprimido y croissants de confitería o trenza de Huesca, incluso pinchos de jamón ibérico.

Los hoteleros siguen sin enterarse y pretenden cobrar el desayuno a precios gamberros que enemistan al cliente con el establecimiento. Tampoco hace falta que lo regalen y casi nos conformaríamos con que lo cobraran al atractivo precio de cinco euros. Los pocos pioneros que se enrollan un poco y se evitan el gasto del camarero que toma nota de tu número de habitación se verán recompensados a largo plazo con la fidelidad del cliente, que es algo mucho más serio que la acumulación de puntitos en una tarjeta.

Lo malo de que los desayunos se vayan haciendo gratuitos es que luego habrá clientes que pretendan una reducción por no tomarlo y también hoteles con tarifas más bajas a cambio de no dar desayuno, con lo que volveríamos a la posición de inicio de la partida. La sociedad del bajo coste quiere que se cobre únicamente por lo consumido pero los hoteles pueden jugar con el desayuno para incrementar su ocupación y su rentabilidad.

Como doy mucha importancia a la calidad del café, suelo viajar con una cafetera Stracto y suelo desayunar en la habitación, con la ventaja de que lo puedo hacer en calzoncillos y fumando, cosas que no están muy bien vistas en el comedor.
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