ODISEAS EN LOS PARKINGS DE LOS HOTELES


Alguien debería publicar una guía sobre parkings de hoteles; se lo agradecerían muchos clientes.

Reconozco que me echo a temblar cada vez que tengo que guardar el coche en el parking cubierto de un hotel. Las más de las veces me encuentro con estrecheces y en algún caso he pasado grandes agobios.

Normalmente elijo hoteles con parking exterior gratuito pero de vez en cuando hay que ir a hoteles urbanos donde no hay alternativa al garage del establecimiento.

Da mucha rabia la mala señalización y que la entrada del parking sea anterior a la del hotel, de modo que en muchos casos hay que dar la vuelta a la manzana ante la imposibilidad de circular marcha atrás.

El acceso puede ser de lo más delirante. He visto casos en los que a duras penas era posible negociar las curvas de bajada y resultaba imposible cruzarse con otro vehículo que saliera o entrara. No es raro rayar la defensa contra el suelo al llegar a terreno llano. Lo grave es cuando las plazas son muy angostas y parecen diseñadas para coches de hace treinta años. Ya me ha ocurrido algo tan curioso como entrar en la plaza y no poder abrir las puertas. Obviamente a nadie le gustan las columnas y se agradecería que las forraran para evitar disgustos.

Los parkings de hotel ponen a prueba la pericia del conductor y también la dirección asistida del coche. A veces los techos son tan bajos que inconscientemente bajamos la cabeza como si con ello evitáramos un posible roce. En la mayor parte de los casos no hay plazas para todos los clientes y es necesario reservar la plaza. Estamos hablando de los afortunados hoteles que sí tienen garaje propio, porque hay algunos que ni eso, ni concertado, ni cercano ni nada de nada.

En más de una ocasión me resultó tan molesto bajar al parking que dejé el coche allí durante toda la estancia por no repetir la experiencia de entrar de nuevo.

Tema aparte son las tarifas, de las cuales ya he hablado en otros artículos del blog.
Por todo lo anteriormente citado, agradecería a los hoteles que publicaran fotos de sus parkings y también de los accesos, para que nos vayamos haciendo una idea de lo que nos espera.

Por cierto que los que funcionan con tarjeta casi siempre nos obligan a bajar del coche para introducirla en el lector porque los fabricantes de barreras deben imaginar que tenemos brazos de dos metros de largo, al igual que ocurre en muchos peajes. O rayamos el coche contra la máquina o pegamos con la puerta en un bordillo o nos apeamos, a elegir.

1 comentario:

Toni dijo...

El del hotel Tres Luces de Vigo es terrorífico.

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